Este mono es, con mucho, el mayor de los de su especie, alcanzando la talla de un hombre. Vive en las selvas literarias pero siempre cerca de los asentamientos humanos, pues es un habilísimo ladrón, llegando a sustituir los frutos y raíces naturales por la comida que sobra en los campamentos y tiendas. Los nativos de las zonas en que habita lo llaman “la sombra” pues imita con tanta perfección los movimientos de los hombres que éstos creen haber sido seguidos por su propia sombra, lo que aprovecha Simius Imitatoris para robar lo que puede y volver a la jungla. Es asímismo incansable en toda suerte de zalamerías y carantoñas, con las que gana la confianza de sus víctimas, las cuales tardan generalmente bastante tiempo en apercibirse de sus fechorías. Sin embargo, en ocasiones se pasa con sus viscosos besos en las mejillas, los cuales, produciendo una gran repugnancia en su destinatario, suelen dar con nuestro mono en la jaula, con destino a algún parque zoológico donde hará las delicias de los niños, llegando a alcanzar edades muy avanzadas pues, a pesar de su procedencia salvaje, es el animal que más feliz se siente en cautividad.
