Este buitre, de una envergadura alar superior a los dos metros y color negro antracita, reúne características que lo convierten en una maravillosa máquina viviente absolutamente única tanto en el ecosistema literario como en cualquier otro. Con su agudísima visión nocturna y su capacidad para el planeo es un auténtico bombardero nocturno de la naturaleza. Vive y persigue a sus presas, que suelen ser pequeños roedores, de noche, y su singular modus operandi consiste en silenciosos vuelos a baja altura que le permiten localizar a sus víctimas, a las que bombardea con tremendas cagadas que los dejan semiasfixiados e inermes, pues nada hay tan pestífero y corrosivo como los excrementos de este ave, a medias carroñera y a medias cazadora. La opinión de los especialistas acerca de su valor ecológico está muy dividida pues, si bien limpia los campos de los despojos de los animales y extermina ratas y ratones devoradores de semillas, el olor de sus deposiciones es insufrible y las plantas que sobre ellas crecen, aunque de inusual tamaño y bellísimo aspecto, son venenosas, por lo que al cabo de cierto tiempo la vida animal decrece hasta extremos alarmantes. Por otra parte, tampoco se la puede tener en cautividad, habiendo tenido que cerrar los zoológicos que lo han intentado, por falta de visitantes.
