Gliptodonte rimador (Gliptodonte Versicularis) 6/6/2003


Este mamífero placentario, del orden de los desdentados, que parecía extinto desde hace millones de años, es asombrosamente frecuente en las estepas del planeta literario. Con sus placas óseas, que le recubren todo el cuerpo incluyendo la cabeza y el rabo, manifiesta una increíble resistencia al cambio, manteniéndose tal y como era en el cretácico e incluso antes, pues su antigüedad no ha podido ser todavía determinada con exactitud. Aprovecha los momentos en que las manadas se reúnen en los charcos, acuciadas por la sed, para, mediante una serie interminable de bramidos, concitar su atención, lo que no suelen lograr, pero sí las mayores muestras de admiración y reconocimiento con tal de que se callen. La dureza de su caparazón explica la ausencia de depredadores, a excepción de los otros gliptodontes, pues son muy celosos de su territorio y, si coinciden con otros ejemplares que no sean de su mismo grupo, se pelean y hieren con el extremo venenoso de sus colas, aunque no suelen llegar a matarse por ser inmunes a su propio veneno. Un Gliptodonte Rimador tiene el récord de permanencia en bramido, cronometrado en una semana, desde el año 1965.