Picudina antolojadiza (Cronocopius Banalis) 16/12/2003


Esta pequeña zancuda de color grisáceo y aire furtivo pasaría totalmente desapercibida de no ser por su singular costumbre de escribir con su pico, mojado en barro y excrecencias frescas, diversos signos que siempre han intrigado a los ornitólogos por la repetición de algunos de ellos, aún resultando este extremo difícil de comprobar al utilizar la Picudina hojas de árboles que son dispersadas por el viento antes de poder ser interpretadas. No obstante, se ha observado que es seguida con sorprendente constancia por los pájaros que más tiempo dedican al trino, principalmente el Ruiseñorcillo Farandulero, los cuales suelen rodearla, como invitándola a participar en sus festejos, lo que Cronocopius Banalis acepta en algunas ocasiones, aunque por poco tiempo pues, al parecer, su canto, similar al croar de las ranas, sólo es tolerado en tanto en cuanto guarda alguna relación con lo escrito en las hojas. Con el paso de los años los efectos de su actividad escritoril disminuyen hasta cesar por completo y a partir de ese momento Cronocopius Banalis adquiere un aspecto lóbrego y anacrónico, limitándose a repetir en soledad sus misteriosos signos, como si éstos pudiesen alargar su vida, lo que no acontece pues, como señala Pajarovsky, “cuando dobla el pico, ¿nos dirá el viento dónde llevó las hojas?”.