Esta araña,peluda, gris y de mediano tamaño, tiene la propiedad de apreciar particularmente la carne de las otras arañas, por lo que sus técnicas de caza son de una sofisticación asombrosa.No sólo conoce los insectos que constituyen el manjar preferido de éstas, sino imita a la perfección sus movimientos en la red, habilidad que utiliza para, fingiendo ser ella misma la víctima, devorar a la otra araña cuando se acerca para comprobar el resultado de sus asechanzas.Por este motivo, no teje su propia red y, especulando sobre ello, Aristócrates, el inteligentísimo filósofo cristiano del siglo Vl d. de C., trazaba un interesante paralelismo con ciertos intelectuales, a los cuales aplicaba las palabras del evangelio: “...no tejen ni hilan y sin embargo yo os digo que ni Salomón en su mayor gloria se vistió como uno de ellos”.Esto dijo mientras, cubierto con un hábito de burda estameña y con una corona en la cabeza, simulando las llamas del infierno, era quemado por hereje en presencia de lo más florido de los Doctores de la Iglesia, sus discípulos, y sus palabras no se perdieron para la posteridad, pues, según cuenta San Facundo, “fueron juzgadas asaz crípticas e incomprensibles para el vulgo, por lo que, al referirse a las sagradas escrituras, se consintió su divulgación como una prueba de arrepentimiento”.En la época moderna, se dice que Stalin y Roosevelt se divertían jugando con un ejemplar que guardaban celosamente en sus habitaciones privadas.Algunos laureados escritores también la han estudiado secretamente y, aunque el resultado de tales estudios no ha transcendido, a juzgar por el éxito de sus carreras, parece que su esfuerzo no ha sido vano.
