Escritos de la zona oscura



Olvídala

Es fácil decir: ¡Olvídala!
Que sus ojos se confundan con el río,
que su pelo se confunda con la noche,
que su risa se confunda con la rompiente.
Es fácil decir: ¡Olvídala!
Arráncala de tu corazón
como una ortiga ponzoñosa,
como una garrapata insaciable.
Pero entonces,
¿no se convertiría el mundo en su rostro?